jueves, 21 de abril de 2011

El "General Concha": una gesta de la Armada Española

Hola a todos.

En esta ocasión voy a contaros una historia muy desconocida cuyos protagonistas son una kabila de rifeños y la heroica tripulación de una malograda nave de la Armada Española.

INTRODUCCIÓN

A finales del s. XIX las potencias europeas tenían a África como objetivo de sus ansias expansionistas, lo cual afectaba a España de forma directa dada su condición de potencia colonial con diversas posesiones africanas entre las que se encontraba el "Protectorado Español de Marruecos" donde, sobre todo en su zona más oriental (área de influencia de Melilla), España libraba una auténtica guerra contra las kabilas (tribus) rifeñas que dieron lugar a hechos de armas tan conocidos como Los Castillejos, El Desastre del Barranco del Lobo, El Desastre de Annual, o el Desembarco de Alhucemas. En este contexto fue donde se forjó el ejército "africano" que tanta importancia tuvo en la Guerra Civil española que en ese momento nadie podía prever, y en este escenario es donde transcurre un desconocido hecho de armas protagonizado por nuestros marinos, que fue premiado con la concesión de una Laureada de San Fernando a uno de sus oficiales.


Plano general del Protectorado Español de Marruecos. El norte corresponde a la zona de influencia española mientras que el sur pertenecía a Francia.


Posesiones españolas en África hacia 1950.


EL BARCO


El General Concha en sus primeros tiempos, con el casco pintado de negro como era costumbre en la Armada.


Cañonero D. Juan de Austria, gemelo del "General Concha".

El General Concha pertenecía a una serie de 4 buques construidos como consecuencia de uno de tantos tímidos planes de expansión de la Armada durante el s. XIX que quedaban a medias. Botado en 1883 y armado inicialmente con tres piezas de 12 cm., dos ametralladoras de 25 mm. y una de 11 mm. fue clasificado como "Crucero no protegido de tercera clase", pero esta pomposa catalogación basada en su poder artillero no podía esconder que, dado su pequeño porte en el fondo no era más que un "Cañonero" y como tal fue posteriormente reclasificado. Nombrado en honor del Brigadier General de la Armada D. Juan Gutiérrez de la Concha, Gobernador Militar de la provincia argentina de Tucumán, y que permaneció leal al Consejo de Regencia cuando se sublevaron los argentinos contra la Corona Española, el cañonero General Concha tuvo una activa participación durante el "Desastre de 98" en aguas de Puerto Rico, llegando a entablar combate naval junto al crucero Isabel II (4x120 mm. + 2x70 mm. + 7 cañones ligeros + 2 tubos lanzatorpedos) contra los cruceros auxiliares norteamericanos USS Yosemite (10x127 mm. + 6 cañones ligeros) y USS Saint Paul (6x127 mm + 12 cañones ligeros), evitando que estos terminasen con el transatlántico Antonio López al que previamente habían obligado a embarrancar, y su vital cargamento de armas y municiones para los defensores de la que fue "la perla del Caribe". Sin embargo este último barco se perdió finalmente con la llegada del crucero protegido USS New Orleans (6x152 mm. + 4x120 mm. + 18 cañones ligeros + 3 tubos lanzatorpedos), para el que los españoles no eran rivales, y que finiquitó a la nave de carga con total impunidad.


El NAUFRAGIO

El 11 de Junio de 1913, bajo el mando del Capitán de Corbeta D. Emiliano Castaño Hernández, el General Concha arrumbaba hacia Alhucemas procedente de la localidad granadina de Almuñécar donde días antes se había refugiado debido al fuerte Levante que soplaba en la zona y que hacía la navegación poco menos que imposible. Sobre las 07:40 hrs., cuando navegaba cerca de la ensenada de Busiú distante sólo 5 millas de Alhucemas a donde transportaba al Coronel de Estado Mayor Basterra, por culpa de una densa niebla la tripulación se sobresaltó ante un brutal ruido metálico a medida que el barco se estrellaba contra el acantilado, quedando su proa metida entre las rocas y mirando a tierra y la popa al mar.
Sin perder un segundo se puso a flote el chinchorro (pequeña embarcación auxiliar) para reconocer los daños, observando una gran brecha a proa por la que entraba el agua, estando ya inundadas la despensa, el cofre de cadenas, y todos los compartimentos de proa.


Ilustración mostrando al General Concha encallado.

Dada la situación de la nave, inmovilizada justo bajo un acantilado donde los rifeños ya empezaban a aparecer, y con la proa inundada, el comandante ordenó retirar los fusiles del armero de proa a la cámara de oficiales, a la vez que dispuso que se lanzara al agua el bote armada número 2, que bajo el mando del Alférez de Navío D. Luís Felipe Lazaga, con ocho hombres y el mencionado Coronel Basterra, se dirigió con urgencia al cercano Peñón de Alhucemas a pedir ayuda.




Peñón de Alhucemas. Enclave español a 300 metros de la costa marroquí.


EL ASALTO

Finalmente ocurrió lo inevitable, y los moros decidieron atacar al buque. Con su posición desde lo alto podían hostigar la cubierta a placer, mientras que desde el cañonero sólo podían responder con fuego de fusilería. En este primer ataque muere el marinero José Piñeiro, mientras que caen heridos varios hombres más entre los que se encuentra el Alférez de Navío D. Rafael Ramos Izquierdo y Gener, herido en su brazo derecho. Para atenderlos, el practicante del General Concha, D. José Quiñón improvisó una enfermería en el interior del buque, saliendo a cubierta varias veces para recoger a los heridos.

Frente a un intento de asalto por parte de los rifeños, el comandante ordenó utilizar la artillería de popa, acudiendo a cumplir la orden el Segundo Condestable D. Pedro Muiños San Martín, el artillero Eugenio Benítez y el Cabo Francisco garcía Benedicto. Ante una auténtica lluvia de balazos caen muertos los dos primeros, quedando gravemente herido este último. Esto decidió al comandante a ordenar a sus hombres que buscaran cubierto en el interior del buque, ya que permanecer en cubierta era poco menos que un suicidio. A las 12:30 los moros abordaron al cañonero, entablándose una lucha cuerpo a cuerpo llegando el enemigo a controlar la proa donde hizo varios prisioneros. Pero ante esta situación, el Alférez de Navío Ramos al frente de un grupo de hombres contraatacó a la desesperada, con las hachas de abordaje y mientras proferían Vivas a España y al Rey, consiguiendo desalojar a los rifeños y liberando a casi todos los españoles prisioneros. En este ataque resultaría muerto el comandante del buque, pasando a tomar el mando el herido Ramos Izquierdo. A pesar de esto quedaron prisioneros de los moros varios españoles, entre los que se encontraba el Contramaestre Fernández Lucero y el marinero Francisco Estensa. Fue este último el que horas más tarde regresó al barco con un mensaje del enemigo escrito por el Contramaestre Fernández, donde se conminaba a los españoles a rendirse incondicionalmente. De acuerdo a las Ordenanzas de la Armada, Ramos Izquierdo reunió a los oficiales supervivientes (el Alférez D. Manuel Quevedo y el Contador D. Pablo Rodríguez) que no sólo decidieron no rendirse, sino que ni se molestarían en contestar la nota, quedando a su vez el marinero Estensa en el barco. Comenzó inmediatamente el fuego que duró hasta las 17:00 hrs., cuando aparecieron a escena el vapor Vicente Sáenz y el cañonero Lauria, dando un respiro a los españoles sitiados.

Como la comunicación con el Lauria era imposible desde el barco herido de muerte, Ramos Izquierdo solicitó voluntarios para llegar hasta el cañonero y hacerles ver la situación de su buque, elgiéndose entre todos los voluntarios a los fogoneros José Carrascosa Segura y Antonio González Maldonado, que pese al intenso fuego enemigo consiguieron llegar hasta la nave hermana dando parte de la situación del Concha.

Mientras, desde este cañonero se envió un bote para acordar un alto el fuego con los moros, aprovechándose el momento para trasladar los heridos desde el cada vez más hundido General Concha al Lauria. El acuerdo con los moros fue imposible, y ante la situación cada vez más comprometida del barco cuya cubierta ya estaba cubierta con 30 cm. de agua, se decidió el abandono, lo cual provocó un nuevo ataque de los moros durante el que Ramos Izquierdo recibió un nuevo impacto de bala que no le impidió seguir dirigiendo a sus hombres ante la crítica situación que a la 01:00 hrs. de la madrugada atravesaba su buque. Se arrió un nuevo bote con más marinos que, pese al intenso tiroteo consiguió llegar al Lauria, pero a las 02:00 hrs., quedando a bordo del Concha el herido Alférez de Navío Ramos Izquierdo y algunos miembros de la tripulación que no sabían nadar, los moros finalmente consiguieron capturar el barco haciendo prisioneros a éstos con la esperanza de lograr un rescate por ellos.

Finalmente, la aventura había costado la pérdida de 16 vidas, 17 heridos y 11 prisioneros. Teniendo en cuenta que la dotación del buque en ese momento era de 53 hombres, nos daremos cuenta que éste perdió a más del 50% de su tripulación antes de sucumbir.


EL FIN DE LA HISTORIA

Iniciados los contactos con los cabileños, pronto se supo que estos exigían la cantidad de 250.000 pts. de la época, a lo que las autoridades españolas se negaron en redondo, continuando las gestiones sin sucumbir a la extorsión.

Tras 15 días de cautiverio, con la ayuda de un español renegado (un preso huido de la cárcel que se casó con una mora –el oficial liberado consiguió el indulto para él poco después-) y un moro al que se le pagó bastante menos que las 250.000 pts. que pedían los rifeños, los españoles escaparon a su cautiverio llegando a zona española donde se celebró su libertad.

No quiero dejar de incidir aquí en la situación paralela que no hace mucho se vivió en España con la captura del pesquero español “Playa de Bakio” frente a costas somalíes. A diferencia de la historia que nos ocupa, las autoridades españolas no sólo cedieron a la extorsión de los piratas, sino que incluso llegaron a pagar más de lo que les pedían con tal de que no se supiera, demostrando que la madera de unos gobernantes y otros es bien distinta…


El atunero español “Playa de Bakio”.


CRUZ LAUREADA DE SAN FERNANDO


Alférez de Navío D. Rafael Ramos Izquierdo y Gener.

Pese a que en esta historia no fueron pocos los que derrocharon heroísmo, siempre hay alguien que destaca un poquito más, y en este caso se trata como supondréis del Alférez de Navío D. Rafael Ramos Izquierdo y Gener, quien pese a la heridas sufridas y a la pérdida de su comandante supo cohesionar y animar a la maltrecha tripulación española a defender su buque a la desesperada. Por ello le fue concedida la Cruz Laureada de San Fernando de 2ª Clase el 1 de mayo de 1914, siendo de los pocos marinos que han lucido la máxima condecoración militar española.

Durante su brillante carrera militar sirvió en varios buques de la Armada, entre ellos el primer Dédalo y el Almirante Antequera, de los que fue su comandante. También fue profesor de física en la Escuela Naval Militar. Al poco de comenzar la Guerra Civil fue detenido por los milicianos. Murió en noviembre de 1936 a manos de las milicias marxistas.

Desde aquí me gustaría expresar mi más profunda admiración por estos marinos.

Un saludo, Skipper.

1 comentario:

  1. Alucino con historias como esta. Tengo 70 años y me temo que mucha gente como yo, la desconoce. Deberían contarse a los niños en el colegio. Gracias por esta publicación. Luis María Taboada

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